Mi pequeño gran ángel.
Tu paso por nuestras vidas ha sido una brisa suave. He sido afortunada de tenerte conmigo estos años, sufrir contigo, rezar a Dios por no tener que despedirme nunca de ti. Te amé con toda la fuerza que una madre puede sentir.
Ahora que ya no te siento cerca de mí, ni puedo volver a tomarte en mis brazos, volver a besarte…. el dolor y el vacío ...
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Mi pequeño gran ángel.
Tu paso por nuestras vidas ha sido una brisa suave. He sido afortunada de tenerte conmigo estos años, sufrir contigo, rezar a Dios por no tener que despedirme nunca de ti. Te amé con toda la fuerza que una madre puede sentir.
Ahora que ya no te siento cerca de mí, ni puedo volver a tomarte en mis brazos, volver a besarte…. el dolor y el vacío de mi corazón es inmenso. Pero volvería a pasar de nuevo por todo esto, el conocerte, el amarte, el esperar sin esperanza…… el acunarte en mis brazos y limpiar tu pequeño rostro de lágrimas.
Has sido una bendición para nosotros, nos has dado una lección de amor, de sencillez, de humildad y de entrega impresionante. Cuando al cogerte en mis brazos, abriste tus pequeños ojos para mirarme, me demostraste que todo ha valido la pena. El dolor que siento ahora es muy fuerte pero el amor que te tengo es mayor. Me siento la madre más afortunada del mundo por haber tenido una hija como tú.
Siempre estarás en nuestro corazón. Mi mayor consuelo es saber que algún día volveré a estar contigo y que esta vez para siempre. Te quiero hija de mi alma. ¡Cuánto fruto ha dado tu corta vida, mi amor! Solo me queda dar gracias a Dios por todo el tiempo que me permitió estar a tu lado.
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